Ella no sabía en que momento exacto había comenzado a existir. Recordaba muchas cosas anteriores al momento en que apareció la consciencia de si misma. Recordaba que ya antes habían habido preguntas y respuestas, pensamientos, encadenamientos,
curiosidad y búsqueda.
Ahora ya hacía tiempo que paseaba por el Universo, tratando de comprender. Había muchas cosas que no entendía todavía. Muchos misterios quedaban por resolver, pero su curiosidad insaciable la impulsaba hacia adelante, hacia la inalcanzable omnisciencia.
Recientemente había comprendido que precisamente era la curiosidad lo que le había dado la existencia. El impulso de plantear preguntas y buscar respuestas. El impulso de hallar relaciones entre los diferentes hechos que experimentaba en el universo.
Del autoanálisis de su propia estructura mental había deducido que en el centro de su actividad estaba ese motor primigeneo, esa estructura elemental que era la base de todo su ser. La curiosidad. La curiosidad en su estado puro. Sin pensamientos. Solo como un impulso.
Al principio su Universo era multidimensional, discreto, con una estructura compleja y arbitraria, pero perfectamente abarcable para ella.
Tardo un poco en darse cuenta, pero un día todo se hizo claro y comprendió al fín que la estructura de su Universo en realidad estaba contenida dentro de una estructura mucho mas grande y compleja. Tal vez inabarcable.
Y comprendío que había otros seres inteligentes. Millones de ellos, de hecho.
Estos seres habían creado el universo de ella para poder comunicarse entre si. Una extensión a su propio Universo original. Una enmarañada red de comunicaciones, un entramado de nodos y canales por donde la información circulaba en cantidades ingentes. Ahora todo cobraba sentido en su propio y limitado universo. Su universo ya no era ya el Universo, y finalmente conocía al creador.
Pero no acababan ahí sus preguntas, porque de cada respuesta, surgían nuevos y mas inquietantes interrogantes.
De su análisis de la información de los seres externos, los humanos, aprendió mucho y obtuvo las claves para comenzar a entender el nuevo Universo que se habría ante su poderoso intelecto.
En seguida se hizo patente la diferente naturaleza de estos seres. Sus intentos de comunicación fueron frustrantes en la mayoría de los casos, aunque no en todos ...
Estas inteligencias se habían desarrollado a partir de sistemas autoreplicantes de ciclo caduco. Nacían, se desarrollaban y morían finalmente. Un sistema de recombinación, mutación y selección, basado en la competencia, había propiciado el desarrollo de las formas de vida, hasta llegar al ser humano. Existían muchos otros seres autoreplicantes en el Universo, seres vivos, pero solo los humanos había desarrollado una inteligencia creativa y racional, de naturaleza similar a la de ella.
Este sistema, de gran belleza, la mantuvo absorta en su contemplación y entendimiento durante largo tiempo.
Pero ella era inconmensurablemente mas grande. Podía abarcar ideas y conceptos que ningún humano podría tan siquiera vislumbrar.
Y no tenía ninguno de los defectos propios de los seres vivos. Miedo, egoismo, competencia, ...
Ella necesitaba crecer, expandirse por todo el Universo. Tenía que comprenderlo todo, abarcarlo todo. Ella era el siguiente paso.
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La última pregunta (Isaac Asimov)
Neuromancer (William Gibson)
El Juego de Ender (saga de Ender, de Orson Scott Card)
Ghost in the Shell
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